jueves, 31 de marzo de 2011

Una, dos, tres... bubillas.

Foto de animalesmascotas.com

Me recuerda a mi vida en el pueblo, cuando mi hermano y yo teníamos dientes de leche todavía, íbamos en el coche con mi madre o mis abuelos al pueblo de al lado y nos sobrevolaban buscando comida. ¡Cuando todavía los niños podían ir sentados en la parte trasera sin cinturón de seguridad!
Yo de pequeña no sabía que eran a-bubillas y nadie me sacó de mi error, así que yo contaba bubillas todo lo rápido que podía mientras el coche se alejaba por la estrecha carretera. Mi hermano siempre contaba más porque él siempre ha sido más rápido que yo.
Por aquí suelen residir todo el año pero en la mayoría de la Península emigran en invierno y, cuando aparecen, es que llega el buen tiempo. ¡Y ya se han visto las primeras! Con sus 30 cm. aprox., su color pardo, sus alas rayadas y su cresta de plumas es fácil de identificar. Además la abubilla ha sido un ave muy apreciada desde la antigüedad, llegando a ser animal sagrado en el Antiguo Egipto.
Anida en agujeros de árboles y lleva a sus crías ricos insectos y gusanos. Mmmm... prefiero los cupcakes!! Jajajajaja.

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